No guardes nubes en el armario, pues cada corbata,
cada camisa que necesites, los calcetines de todas las mañanas, evocaran tus viejas tormentas… ¿Recuerdas
aquella tarde en las escaleras de la casa que hacia esquina con el colegio, en
Mágina? Las horas pasaban solo para que
las usáramos; las cigarras zumbaban cansinas,
el calor nos derretía, los viejos roncaban desde sus portales abiertos, pero
nosotros vivíamos sin importarnos las siestas. Sentados con la espalda echada sobre la columna de ladrillo rojo, nuestras
mentes bullían escapándose hacia todos
los cardinales, buscando la orientación que nos acercara a nuestra forma de
entender la cosas.
Mi amigo Barceló me dijo una vez que a una sombra, sobre todo, no le
debe faltar nunca la luz, y a tu sombra hace tanto que le faltas tú… Anoche
pase por la vieja esquina y me quise sentar, fumar un pitillo y recordar
aquellos tiempos; al acercarme descubrí
que aquel ya no era mi sitio, que ese lugar no existe más que en mi
memoria. Me sentí decepcionado,
defraudado por una parte de mi vida que creía mía por siempre y que hoy me
recibió extraña y esquiva… Mohíno huí de allí, espantado, amarga mi garganta escupí al viento desafiante
y el viento tan solo me devolvió saliva ¿Quién
guarda nuestras vidas? ¿Quién cuida tu sombra amigo? ¿Cuándo perdimos aquella
esquina?
Interferencias son vuestras caras hoy, acercándose a mí constantemente, interrumpiendo por un
instante, cada vez que emergen, mi rutina. Lo que ayer fue todo, hogaño es un mal
contacto, un parásito estacionario instalado en mi razón que, a duras penas encuentro, si es que lo necesito. Sin embargo, cuando él quiere aparece como si antes fuera ahora… “Tenéis que dejar de
producir interferencias en mi corazón”.
Una lamparilla de carburo te dejo, con la que he
cuidado tu sombra amigo.
La Nebulosa - F. Buendía
Acompañamos con: Enrique Morente, Voces Búlgaras & Lagartija Nick - Campanas por el poeta
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