sábado, 16 de marzo de 2013

Flashback - El hombre sin mirada





Flashback

            Me levante tarde, el único contacto que tuve aquél día con la creación, fue cuando salí para recoger el pan a la llamada del repartidor. Era uno de esos días, cortos e interiores, ignorados; que te sobran todo el tiempo pero que por fin al irte a la cama, sientes haber perdido. Cerré la puerta con brío más intenso que mi propia intención, y resonó  un crujido metálico como telón de acero entre el mundo y yo. Entonces dudé si subir al baño para mantener un acto de autocomplacencia delírica y salvaje o abrir “Crimen y Castigo” por la página 457, donde anoche solté exánime el separador, y cerré el libro mientras Raskolnikov se preguntaba: ¿Soy un piojo como todos los demás o soy un hombre extraordinario? -  Ni siquiera el ánimo me daba para resolver la triste encrucijada planteada por el joven cismático. Me recosté sobre  el respaldo del sofá y encendí el quinto cigarrillo.

Los pasos de ella, ya con tacones, resonaban ágiles en el piso de arriba… demasiado ligera, demasiado autosuficiente… ¡Carajo! era una tormenta. Cuando hablaba, con una dicción exquisita y la mejor técnica vocal;  usaba todos los resonadores naturales posibles y cada uno de ellos en el momento más adecuado. Su voz clara se convertía en una cansina letanía  que mi cabeza no soportaba. Su naturalidad, su efectividad, esa efervescente resolución capaz de superar cualquier obstáculo con súbitas maniobras irrefrenables… apabullaba mi tremenda indolencia. Julia siempre hacia todas esas cosas que yo nunca necesitaba pero…  que en su ausencia,   tanto añoré.

Con la cabeza reposada sobre el respaldo del sofá y el cigarrillo entre  los acecinados corazón  e índice, mitad cigarrillo mitad ceniza, fui perdiendo el sentido de la realidad y terciándome hacia ese duermevela donde, cada vez más débil la banda sonora de mi vida que ella siempre interpretaba, se  desvanecía dulce y lejana… en favor de una complaciente sensación; de luz primero, luego temperatura, mas tarde  olor y.... ya estaba allí.  Real, verdadero ¡tan preciso¡  sin imágenes, sin caras, sin nombres y sin nadie, solo sentidos… el sentido de vivir por un instante todos aquellos años atrás; intenso como un Déjá vu que apenas dura… Esta grieta en lo material, este pequeño doblez en el tiempo, me asomó vertiginosamente a ese entonces que hoy recuerdo como la felicidad... Cierto como un sueño, efímero como la verdad. 

Noté una leve presión húmeda en la frente y despegué apenas los ojos para ver el rostro de Julia:

– Vuelvo tarde, hoy tengo jornada de puertas abiertas, adiós.

El teléfono sonó pero no lo descolgué. Quise regresar a mi letargo para recuperar de nuevo el extraordinario episodio y decidí tomar las riendas del asunto. Arrogante y empírico, presumí que todo suceso es gobernable, de manera que cerré los ojos dispuesto a volver al trance. Encendí otro cigarrillo mientras me reclinaba forzando la relajación, procuré concentrarme para dejar la mente en blanco… pero no pudo ser. Obnubilado entendí que todo lo extraordinario lo es, porque no lo podemos dominar. Desde entonces, el día menos pensado, quizá cuando el azar quiere, por un momento, casi siempre en la modorra de la sobremesa… vuelvo a sentir la felicidad sentado en mi salón. Mientras tanto, espero por si sucede y me afano obsesivamente buscando sensaciones parecidas: Repaso viejos escritos, miro fotografías antiguas, llamo a los amigos de antes… más nada ni nadie me brinda una copita del puñetero elixir de aquel entonces.  

Sonó de nuevo el teléfono y lo descolgué rápido para ahogar el timbre, al otro lado Diego me habló demasiado rápido, quería que repasáramos el proyecto de iluminación con el que andábamos ocupados. Le dije que no era día para iluminar nada y colgué mientras aún terminaba una frase…

– Mañana Diego, mañana…



©  f. buendía


Acompañamos con: Time de Pink Floid





3 comentarios:

  1. "Esperar también es una ocupación, lo terrible es no esperar nada". (El oficio de vivir - Cesare Pavese)

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  2. El presenta es como el punto de fuga de una perspectiva, es un punto impropio, situado en el infinito y que solo tiene sentido como referencia para crear la realidad, el pasado y el futuro; las aristas de la figura. Siempre estamos en el punto de fuga, huyendo hacia cualquier rincón de la vida.
    F. Buendía.

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  3. Gran historia, gracias por compartir, idea intrigante el punto de fuga.Fue un sueño?
    En amor y luz
    Cyn

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