Pero todo cambia
Era todo tan perfecto… que no recuerdo nada que lo pudiera estropear… apenas nada. Las cosas son como queramos recordarlas, aunque de entre todas las que me empeño, esta fue completa… nada que añadir ¡Todo tan perfecto¡ a veces pienso que puedo volver. Pero la memoria trastorna el orden de las cosas dándoles el lugar y espacio que a ella le parece, es una vieja desconsiderada, desordenada y caprichosa.
Cuando llegué a la cuidad, me espantó el oscuro verdín de sus piedras y la mala olor en el mercado de abastos ¡aquel frio tremendo…¡ también los sonidos pasando de sirenas. Pregunté ¿Qué es? Y me respondieron algo que no entendí – Llevan enfermos al hospital comarcal con urgencia - ¿Porqué con tanto ruido y con tanta prisa? – Porque pueden morir si no llegan a tiempo – Ni la urgencia, ni al hospital como concepto ni la muerte comprendí; no eran entonces razones fundamentadas para mi bucólica conciencia… Ni tampoco los cantos en las noches gélidas y oscuras de sirenas.
A mi llegada las calles eran húmedas de niebla, el viejo rincón de “La Tienda El Paso" un enigma, un túnel imposible de acertar a qué lugar o época te conduciría camino del Real… en la otra puerta. Y las miradas perdidas en los portales... fetiches escondidos tras las caretas de raso blanco que como almas nigromantes bajo los capirotes de cartón y sus túnicas púrpura, erguían aún las velas encendidas; seres que del todo no murieron y buscan su tiempo.
Así sucedió mi primer día y mi
primera noche, y al despertar “¿Era yo el mismo esa mañana? Aunque creo
recordar que me sentía un tanto distinto. Pero si no era el mismo, la
pregunta siguiente fue ¿Quién a partir de ahora sería?”
De forasteros uno se cansa en ciudades como esta, hecha sobre escombros de la historia y retales de costumbres viejas. Así que hoy, maestro de lo imperioso y ama de llaves en la urbe, doy lecciones de silbidos a los recién llegados mientras me aburren sus caras estúpidas de extrañeza… Les hablo sobre quien fueron los amos de estas piedras y qué momento debiéramos recordar de ellas, cuándo tendríamos que parar su historia - Consciencia heredada entre individuos y civilizaciones solapadas, pues con los desechos de los que se fueron levantaron sus templos quienes llegaron ¿Cuál es el instante bueno, el que debiéramos guarda para siempre? ¿Qué razón tiene la piedra? Al atardecer bailo como un hechicero entre los cubos de restos de pescado detrás del mercado, desnudo mis manos al fresco… y me rio del fin. Amarrado al mástil escucho desorientado cada noche tu voz...
Más todo es distinto
Subí a la atalaya para mirar
lejos esta tarde desde el cerro, pero mi torpe vista miope nunca me dejar ver
lo que sé que está allí, así que lo he imaginado mientras el aire me
refrescaba la cara. No tengo ya casi nada, he pensado; el tiempo
consume las cosas, el tiempo es así, todo lo acaba y luego te lo hace
recordar. Hoy me he acordado de ti, tarde… ya sabes cómo soy; he
recordado el futuro de 2001, contigo en el cine de la Safa, yo llevaba una
camiseta amarilla con un slogan ya pasado de moda; tu un vestido vaquero y
sandalias, una coletita te recogía el largo flequillo atrás, liso, castaño tu
pelo… Era primavera como ahora del mil novecientos setenta y siete, “una odisea
en el espacio” Carmen que nos acompañaba se sentó entre los dos, la pusimos en
ese aprieto, tímidos, torpes y estúpidos cándidos… bajamos las escaleras de
salida entendiendo que el porvenir seria nuestro.
De lo pasado solemos, aún en la
razón, demandar lo que observamos desde un solo lado del conflicto, por lo que
resultamos poco objetivos ¡Y así podemos andar siempre sin conseguir entender
el todo de lo que realmente nos importa y de lo que sucedió¡ Vemos con
facilidad la otra parte, sin contemplar apenas la propia nuestra. Y de la
otra, miramos más lo que nos traiciona, impidiéndonos esto valorar otros
aspectos que pudieron también ser. Somos así de estúpidos ¡narices¡
a veces el orgullo vence al deseo, en ocasiones también al destino.
Un tipo de cualquier vez, asoma
su cara atemporal por una ventana en La Corredera. Mira sin quehacer las cosas
que pasan y muestra alegre su dentadura blanca mellada “Y tú que
sonríes, me gustaría decirte que me has dado del día lo más bello”
© f. buendía
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