domingo, 23 de febrero de 2014

Un domingo cualquiera


          Sencilla y entusiasta privanza, la que nos convocaba domingo sí, domingo no, en Chalamera, ¿recuerdas? Una vez Don Julián, daba  por finalizada su incendiaria homilía. Nosotros, entonces jóvenes y entusiastas, no encontrábamos tiempo para escabullirnos prestos a encaramarnos tras la vieja tapia. Según íbamos llegando, íbamos asaltando los mejores sitios; esta era la única premisa. ¡Despreocupada liturgia! Durante los minutos previos todo era bulla, guasas, cigarrillos… pero amigo, una vez iniciada la contienda, la emoción secuestraba la atención de los concurrentes y, cada uno en su lugar, seguía sin pestañear las evoluciones de aquellos tipos extraordinarios. Era nuestra verdadera religión; el estado de ánimo podía pasar de la alegría a la tristeza y luego otra vez a la alegría y nuevamente a la tristeza en cuestión de segundos, mientras permanecíamos allí parapetados y sobreexcitados en un frenesí estoico maravilloso.

          Luego, si todo había ido bien, una cuartilla de vino a escote en la taberna del “Tizne”, donde revivíamos con verdadera pasión, y algo exaltados también según se iba apurando el morapio, los más destacados momentos del choque, y a casa. ¡Cuánta inocente verdad había en aquellas dos espléndidas horas!

A Cecilio.


La Nebulosa - © Jp del Río
Fotografía: Curiosity, Tomislav Peternek