jueves, 25 de junio de 2015

¡Felicidades Cariño!


Estuve pensando en escribirte una nota escueta, pasarla por debajo de la puerta de la habitación, con discreción, y no me salía. La letra no la tengo demasiado clara y el trozo de papel, del tamaño de una tarjeta, desde el principio se me antojó demasiado pequeño. Luego decidí componerte una canción y tampoco acertaba, ni con los acordes, ni con las octavas y con el estribillo lidié con entusiasmo pero sentía que le faltaba al menos una nota.

Más tarde, me dejé llevar por los caminos retóricos de la poesía y fui a expresarme con renglones chiquititos, forzando las sílabas para que cuadrasen en el ritmo, escogiendo a conciencia los adjetivos para que dieran a entender con precisión aquello para lo que eran ideados, llegando a rebuscar por los anaqueles de mi memoria aquellos sinónimos verosímiles y oportunos; pero no pasé del segundo verso, que creo recordar decía algo así como: “… te quiero tanto, ya desde tan pronto…”.

Ya estaba inmerso en ese soneto pero el tercer verso, el que sucedía a éste, me resultó imposible de componer. Encontré muy pocas palabras que rimaran con “pronto” y las halladas se alejaban en exceso de la idea con la que inicié la creación poética. Una de las primeras fue “Toronto” y como puedes deducir poca versatilidad me ofrecía. O me iba yo o lo hacías tú. A Toronto, digo. En la trama del poema, me refiero. Y ninguna de las dos acciones me divertían, ni eran oportunas, ni mucho menos románticas y, lo peor, nos alejaban cuando yo lo que quería comunicar era la sensación de estrechez, de unión entre ambos. No sé si me explico.

En fin, la cuestión es que lo fui dejando, y dejando, y dejando. Hasta que ha llegado este día y he tenido que improvisar. Con esta carta. Sí, esto supone mi última opción, pero ya verás que tampoco me sale. El caso es que, y ya que no dispongo de más moratorias, he decidido ocultarla bajo la funda del cepillo de dientes con la intención de que al asearte en esta mañana te sorprenda y resulte agradable. Lo del cepillo de dientes ha sido otra solución de emergencia, originariamente había imaginado colocarla: la carta, o la nota, o la poesía, o el cd que llevara grabada la canción; bajo un estupendo regalo. Pero… Bueno, esto, mejor lo hablamos más tarde.

En cualquier caso, estimo que todo esto viene porque “… te quiero tanto, ya desde tan pronto…”. Créeme, es así.

En el día de nuestro aniversario, te quiere, tu esposo.


P.D.: Con el regalo he sufrido ciertos accidentes consecutivos e inoportunos, sólo espero que no te enojes, en breve espero tenerlo solucionado.
P.D. 2: Pero lo importante es que no lo he olvidado: el aniversario. Son veinte años, difícilmente.
P.D. 3: Ésta última frase ha de leerse siempre con buena disposición.
P.D. 4: ¡Lo del ramo de flores…! No he caído, maldita sea.


La Nebulosa - Nico Casai.