viernes, 4 de enero de 2013

El fatuo remilgado


          Me mintieron los espejos, los cristales de los escaparates me embaucaron. Adicto como un yonki a la hermosura, me asalto el engreimiento. Siempre fui un fatuo remilgado. ¿Humildad? A otro perro con ese hueso, yo no creo en la utopía discurso de fracasados. El arte y la sutileza moldearon mi sustancia, fui azote de anacoretas. Pero cuando menos lo esperaba, el tiempo, traidor e inapelable, cambio mi carne sin alma por una carne terráquea, y los años, los inviernos, me marchitaron. La vida se convirtió entonces en una ciénaga fétida y fangosa y todo, resulto efímero, ¡todo...!, resulto efímero. Como efímeros fueron mis quince minutos. ¡Maldito Dorian Gray! 

La Nebulosa - © Edy





4 comentarios:

  1. ¿Es la fealdad, entonces,uno de los siete pecados capitales?

    ResponderEliminar
  2. Pertinaz dicotomía: ética o estética, bien o mal, alma o cuerpo, arte y vida. ¿Es la belleza un refinamiento de la inteligencia? Oscar Wilde contestaba de esta manera cuando le preguntaban por Dorian Gray: "Venenoso si ustedes quieren, pero no podrán negar que también es perfecto, y la perfección es la meta a la que apuntamos nosotros los artistas".

    ResponderEliminar
  3. Solo lo efímero permanece en la memoria.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah!... la sublimación del Romanticismo. Quién querría vivir para siempre, verdad? Gracias!

      Eliminar