Regreso a casa como cada noche y observo sorprendido que alguien espera al otro lado de la calle, alguien que me mira fijamente. ¡Pijo, …en Dios! –mastico sobresaltado–. El me mira y yo le miro, y por alguna extraña razón, me resulta del todo imposible apartar la mirada. Su estatismo me traspasa, hace que en mi cabeza se disparen todas las alarmas. Sin embargo, sigo inmóvil como un pedrusco, paralizado. Debería correr y ponerme a salvo –no dejo de repetirme–, pero mi cuerpo no obedece y mis pies, pesados como el plomo, se adhieren incomprensiblemente al asfalto. ¡No puedo moverme! Comprendo que es imposible escapar, algo extraño me retiene. Reparo de nuevo en mi adusto invitado, y el tipo no se ha movido un milímetro. “El pasado siempre vuelve” – evoco resignado–, y sé que, de forma inminente, algo va a ocurrir. Se precipitara sobre mí y me descerrajara dos tiros Ipso facto o, me hundirá repetidas veces su navaja. ¡Ahí viene, Dios!
La Nebulosa - © Jp del Río
Acompañamos con: Shots - Neil Young
Relevante por los tiempos duros que se viven..Saludos. carlos
ResponderEliminarHard times for the blues! Así es Carlos, gracias por tu comentario y salud amigo.
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