Mi hermano no sabía bien que estaba pasando, papá y mamá ya no estaban, la guerra lo había cambiado todo y ahora éramos él y yo solos; sobrevivíamos a nuestra manera, obteniendo cosas de aquí y de allá. Recuerdo que solía tranquilizarle diciéndo: – No tengas miedo Niko, yo siempre estaré a tu lado–. Y, de algún modo, era consciente de que le estaba mintiendo.
Esta tarde, fui a visitar una muestra itinerante de fotografías de la Gran Guerra que por estos días se exhibe en mi ciudad. De repente, me quede petrificado; en una de aquellas instantaneas aparecíamos Nikolai y yo. ¡Eramos nostros, no había duda! Pude reconocernos enseguida. Niko llevaba puesto mi abrigo con capucha color gris que tanto me gustaba, mientras yo, marchaba a su lado asiéndole por los hombros de forma protectora. Caminábamos por delante de un edificio de vecinos de la calle Freta, cerca de la plaza del mercado de la vieja Varsovia.
Pobre Niko, al final consiguieron separarnos. Debió ser, solo unos días después de que se tomara esta foto. Aún puedo verme, llorando y pataleando de impotencia mientras me arrastraban lejos de él, que no paraba de gritar mi nombre. Desde aquel día, no he dejado de buscarlo. Mi corazón ya es viejo y, sin embargo, la pena no se ha abreviado un ápice. Imagino que tiene que ser así, a mis 78 años no perderé la esperanza.
Foto: David Peat
Audiorelato realizado por La Taberna del Callao:
https://scontent-b-mxp.xx.fbcdn.net/hphotos-frc1/s261x260/604037_613900432014228_1184370904_n.jpg
ResponderEliminarJoder que triste historia, esto es lo que trae los desastres de las guerras, muerte, destrucción y familias rotas.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Saludos.
Así es, es lo que tienen las guerras. Gracias!
EliminarMe he quedado con el corazón encogido. Una historia tan real que la he vivido contigo. Besicos desde los Pirineos.
ResponderEliminarBesos para ti trimbolera y gracias por visitarnos.
EliminarUna historia muy emotiva, que, por cierto, puede ser real.
ResponderEliminarEn estos días que estuve de viaje y saqué miles de fotos estuve pensando cuánta gente quedaba retratada en un pedazo de vida mío y jamás lo sabrían, como también en la cantidad de hogares de diferentes países que estaré yo... Perdón, me deliré..
Un abrazo.
HD
La captura e inmortalidad de un instante. Gracias por venir, un abrazo!
EliminarUna buena historia para un foto que no puede dejar indiferente.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
A ti, por devolvernos la visita.
EliminarGracias por tu visita y por quedarte en mi espacio. Es una historia muy triste pero tan real! Las guerras traen eso y mucho más.
ResponderEliminarSaludos.
Bonito universo el tuyo. Gracias por venir.
EliminarSaludos.
El destino muchas veces juega con nosotros…la impotencia nos desgarra y hé aquí tu historia revivida y contada como si fuera el mismo instante….Instantes que pernoctan en el alma y en la foto.
ResponderEliminarQuisiera ponerme en tu blog, que lo encuentro muy interesante…pero algo ha pasado a la Configuración de Seguidores de mi blog y no puedo hacerlo, esta es una entre otras, razones, por las que me retiro. Dejo mi despedida en Dulcineas…
Un abrazo y mucho éxito, Nebulosa.
Gracias por venir y por tu emotivo comentario. Inténtalo de nuevo en otra ocasión, seria oportuno. No obstante sabremos encontramos.
EliminarSaludos Dulcinea
En la foto se ve claramente como el "mayor" protege al pequeño. Entrañable.
ResponderEliminarY lo mismo diría del relato,aunque triste y duro sin duda. Si las guerras son duras para todos podemos decir que los niños son el punto más débil. Nos entra, su tristeza, como un hierro ardiendo dentro del corazón. Quienes las hacen no lo tienen. Son alimañas.
Un abrazo.
Así es. ¿Cuando aprenderemos? Bonito comentario.
EliminarUn abrazo amiga.