Arañas
pesadillas y ensueños
Señor T mintió, no ha vuelto como anunció. He buscado esta
mañana en el desguace hasta encontrar su nombre escrito en una piedra ni
siquiera adherida a la tierra si no
suelta, dejada caer sobre otra losa ya usada y vieja; borrado lo labrado en ella, desgastada
y apretada contra muchas más… laberinto luctuoso del desorden sin
sentido, caos del fin: Su nombre, sus
apellidos y dos fechas cinceladas, apenas nada – 9 del 9 del 54 – 6
del 9 del 15 – a tres días para su
sesenta y un aniversario… la lluvia caía… la oía caer en la cuidad fría,
sonaban por San Lorenzo las campanas… sonaba bajo la espadaña like a rolling
Stone.
Señor T no encontró su lugar en el tiempo ni tampoco en el
espacio, nunca se encontró, de manera que decidió - No ser nada, nunca fue nada
ni quiso ser nada nunca, aparte de esto, tuvo en si todos los sueños del mundo
- Ventana de un cuarto en la calle
Fuente de las Risas de uno de los millones de gentes que nadie sabe quién es, y
si supieran quien es ¿Qué sabrían? – Recuerdo la calle y la casona… el portal y
el sótano húmedo, los gritos de una madre eternamente enferma desde la
habitación prohibida recuerdo. Y los libros… siempre los libros leídos y
ocultos, tapiados al quehacer diario, como si prueba traidora fueran de su
refinamiento oculto, siempre queriéndolo ocultar… Los libros en los que curioseamos todos a
escondidas, de los que aprendimos tanto y que de lo sabido, Señor T tanto nos vacilaba
y presumía… un pasito siempre por delante T... ¿para qué sabiduría perdida?.
Y eso viene a demostrar que está bien construir aviones
enormes, sembrar algunos campos, cargar tu camión con gasolina, luchar, luchar, luchar… demuestra que está
bien luchar ¡pero¡ ¿dónde debiéramos morir?
Un día mucho tiempo después volvió viejo, demasiado viejo Señor T. sin
embargo nada en él había cambiado, aún más la dejadez si acaso, la decadencia y
su pelo blanco ralo, la tez enrojecida, un esmerado aspecto desaliñado... su
descuidado descuido; y la certeza en la mirada de una despedida… Se
sobrecogieron nuestras almas tardas
cuando un ¡apenas nada¡ después comprendieron que la vida para Señor T. iba en
serio.
Señor T. habló de que se aparecería y que al fondo de la cama
tiraría de mis pies... Mintió, no ha llegado. Dejo siempre vino en una jarra y
galletas de canela en una bandeja de plata, lo dejo por si viene a mí ventana…
por si trajera sed de allá donde venga…
dejo, por si galletas deseara… pero hace meses que lo dijo y nunca
llega… Señor T. miente.
Son los años como bandidos que irrumpen y te asaltan en los
caminos, que se van llevando la infancia unos, otros la juventud, los amores
perdidos, las ganas... y lo esconden todo en sus guaridas Dios sabe para qué.
Es el tiempo huraño que deja apenas días para recordar lo que nos roba y para
añorar lo perdido, quizá guardado en las
toperas de los años bandidos ¡¿para qué?¡ Y se lo van llevado todo, a veces
cavan y entierran lo hurtado y lo tapan con
una losa… y una fecha grabada.
© f. buendía.
"Las hojas caen a mi alrededor, es hora de que me ponga en camino
Te doy las gracias, estoy muy agradecido por la estancia tan agradable
Pero ya es hora de que me vaya. La luna de otoño ilumina mi ruta
Porque huelo la lluvia, y con ella el dolor va en mi dirección
A veces me encuentro agotado, pero sé que hay una cosa que tengo que hacer..."
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