Apresurada.
Dieciséis de
septiembre de mil novecientos setenta y nueve, Leo se fue. Pensé que el mundo
se hundía y pedí al rojo cielo que me abrasara, pero ardiera solo yo
mientras la nieve caía a mí alrededor… Lentamente fuego adentro del
glacial en que todo sumía… más todo llegó aquí sin mí… restos del
naufragio mecidos a la deriva encuentran sin saberlo la playa. Sobre la arena ahora desespero varada y
cada vez que las olas se agitan pienso en porqué aquella noche juntos no
prendimos… y el mundo dejara de ser mundo al fin.
Hoy, tercer
siglo del segundo periodo potsglacial, he recibido una señal.
© Edith
Lasal
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