lunes, 27 de octubre de 2014

El orgullo de Dave


          Estuve meses navegando; la muerte me encontró en Marsala y me hizo una señal con la cabeza. Huí desesperadamente… Pasaba las noches en guardia y me animaba cuando entraba la mañana. Pero al día, invariablemente, una nueva noche le sucede y, cuando miras mucho tiempo en el interior de un abismo, resulta irrefrenable el deseo de arrojarse dentro. Yo ya había pensado mas que otros y estaba cansado de hacerlo. Era consciente de que a los verdaderos hombres no les pertenece nada.

          Así que desembarque en Boca Chica. Nada más llegar me hice tatuar por un chamán la palabra “Inmortal” sobre el antebrazo izquierdo poco puede consolar la salvadora creencia en la redención, a quien nunca observó confesión alguna—. Había decidido esperar allí; sentado en el porche, recostado sobre una vieja mecedora, hojeaba el periódico. Después de todo —me dije—, el amor que un día sentí está cada vez más lejos, y este mundo no tolera a los idiotas.

— ¿Y bien, Dave? No tengo mucho tiempo —dijo por fin la muerte acercándose.

— Una gota de lluvia no cambia de decisión mientras cae, ¿verdad? Cae y eso es todo —capitulé con fastidio.

— ¡Así es!  —contesto la muerte.

— ¡Banzai, hijo de puta! —grite con furia arrojándome sobre la parca.


La Nebulosa – © Jp del río.







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