sábado, 15 de diciembre de 2012

Las palabras no dichas


Las palabras que eran lumbres incendiarias en mi corazón de encina, apenas son ahora algunas ascuas del rescoldo cubierto de cenizas. Pero eran bellas y ardientes palabras que el pensamiento en su calor trastocaba. Fueron aprendidas, comprendidas, recitadas y no había nada, solo la carcasa, el fuego y el artificio. Las olvidé y olvidé la lumbre y sus promesas. Todo quedó en el desván en una carpeta olvidada.

Pero las verdaderas palabras no fueron dichas.

Las palabras no están dichas, más no es necesario el pronunciarlas en la boca, deletrearlas, vocalizarlas, analizarlas, gramaticarlas. El pensamiento las sabía hace mucho tiempo por el vehículo del corazón donde llegan, salen o se esconden las palabras conocidas, pero no dichas. Y allí duermen un sueño secreto que todos conocen.

Hace tiempo que las palabras no prenden incendios

y que he olvidado la manera de apagarlos, 
igual que a no decir palabras que sin decirlas
están todas y cada una dichas y conocidas.


La Nebulosa - Cristobal Campos Sánchez.







8 comentarios:

  1. Llevo diez minutos intentando justificar por qué me gusta esta entrada. Creo que fue porque hace mucho tiempo leí algo parecido, pero mucho más breve, aunque no he encontrado la referencia por ninguna parte.

    Un saludo.

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    1. Esta entrada te gusta porque es muy buena y todos tenemos palabras no dichas, pero sobreentendidas.Tambén he respondido un poco más abajo sin ponerlo como respuesta. Lo dicho, la entrada es muy buena, excelente... Ja, ja, ja. Un saludo. Proel y navegante*

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    2. es importante sentirse seguro de uno mismo amigo Anónimo

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  2. Bueno, a veces unas cosas nos llevan a otras. También, a veces, el subconsciente nos traiciona. No se que sera en este caso. De cualquier forma, me alegro de que te guste. Para eso escribimos nuestros mensajes y los lanzamos al mar.

    Saludos!

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  3. No encontrarás ninguna referencia porque el poema es absolutamente original. Ni nada que se le parezca más allá de lo anecdótico. Un saludo. Proel y navegante*.

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  4. Algo debo al suelo en que crecí,
    más a la vida que me alimentó.
    Pero más a Alá quién dio
    a mi cabeza dos mitades.

    Me quedaría sin camisa ni zapatos,
    Amigos, pan o tabaco,
    Antes que perder por un instante
    Cualquiera de esas dos mitades.

    “El hombre con dos mitades”
    Rudyard Kipling

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  5. Esa foto no hace justicia al texto.

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