domingo, 25 de enero de 2015

Como el hombre de Tiananmen.




      Sentí lo que sentí  pará, por que  moverte no puedes y si no te has echao ya pa yá, te quedas esperando lo que fuera a ser,  así… la muerte pasara. Delante del tanque miré su cara, que aunque te quiebre la vida, aunque sea el último café, jugársela es a veces la única salida… la sangre en la frente me hizo caer.  En ocasiones el coraje te gana y te deja quieta esperando, porque no puedes rendirte ante el tipo que te lanzó la pedrá.

 

Cuando la suerte qu’es grela
Fayando y fayando
Te largue parao..


© Edith Lasal





jueves, 15 de enero de 2015

Una tarde en Nunca Jamás.




 

Una tarde en Nunca Jamás

 

Cicatrices de guerra, una más… Hoy debí bailar contigo de mi mano cogida aquella estúpida canción que habla de cómo pasan las cosas…  toda la noche a la luz de la misma luna en que bailamos la vez que lo hicimos.  Una conversación,  bebidas aromáticas… peleas de gallos… como una pulpería que me provee de todo lo indispensable para la vida cotidiana. En la esquina del algún campo tuve un sueño - encontrabas a alguien mejor y escapabas con él -  …dicen que estas cosas andan escritas… ¡Que sueñes bonito¡ decía mamá al acostarme… pero el poder de los sueños se esconde en un lado salvaje, cerca del  miedo y del deseo no alcanzable…  creo que sobrevaloramos los sueños.

 

¿Recuerdas aquella tarde en Nunca Jamás? Al estilo de un corredor la terraza multiusos: en ocasiones miradero otras cafetería ora cenador;  se extendía a lo largo de toda la fachada este del edificio. Artificializado el entorno en plena naturaleza lo ennoblecieron a base de maderos, forja, y piedra tratada a mano;  los trofeos de caza, las antiguas alfombras; daban un falso aspecto de residencia de campo señorial a la estancia mantenida  al margen del tiempo, diría también que del lugar; pero con un sosegado resultado final acogedor.   

 

La disposición de las mesas nos hacía  mirar inevitablemente al jardín de un  verde  no de allí creado a base de especies no autóctonas,  piscina, césped, duchas, salvavidas y al  fondo la sierra originaria;  los gamos acostumbrados acudían para comer cuscurros de pan que el mozo de cocina les arrojaba desde la ventana; fresca como ajoblanco, la conversación… Quisimos robar esa tarde  al tiempo y a lo que la vida nos negó, nada habría ocurrido de no haber estado, nadie nos hubiera notado ausentes allí…furtivos en Nunca Jamás.  Pero los gamos y las hamacas saben;  el robot limpiafondos de la piscina y el cromatismo de las advenedizas plantas, el absurdo postre nupcial que nos ofrecieron… son cómplices nuestros… sucedió.


-  Tienes la misma mirada, una poco más triste quizá y tu ojo derecho tiende a cerrarse  solo -   la miré sonriendo.  El camarero recogió el servicio - ¿Número de habitación? -  Pregunto.

 

© f. buendía

 






sábado, 10 de enero de 2015

Dame un respiro



Dame un respiro

        Unos antiguos amigos llegaron a casa para compartir conmigo una velada - ¿Cómo estás? - preguntaron ¡caray¡ no supe contestar; más viejo, vieron. La conversación larga,  no distaba más que en el valor económico de los proyectos ahora referidos en relación a los sueños de entonces... ya, desdeñados  ¡Diablos¡ caros y selectos nos volvemos.  Dejé que se fueran pronto, adiós dijeron a la puerta, manejándose con los gestos de siempre pero las caras cada vez más de sus padres   – Ciao –  largué, cerrando la mano como una despedida cerca de mi rostro.

 © f. Buendía.