jueves, 7 de agosto de 2014

Un ladrillazo en la cabeza


Cuando ocurrió, estaba fuera de casa. El aviso le llego como un ladrillazo en la cabeza; se dio cuenta que cada día le parecía más y más a su padre y comenzó a notar que le faltaba el aire. Un frío gélido recorrió su garganta. Entonces, cogió el teléfono e hizo una llamada.

- ¡La morgue, dígame!

- Hola, creo que estoy muerto.





La Nebulosa - © Jp del Río






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